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¿De dónde carajos salió la mujer?


Yo sé por qué usted terminó aquí. Quiere descifrar de dónde carajos salió un ser que tiene un poquito de todo. O más bien, que tiene mucho de todo. Mejor dicho, que lo tiene todo. Por eso asusta y por eso encanta. Pero tranquilo, la mujer es el enigma y la respuesta a la vez. Por eso, si lo que busca es entenderla –o entenderse-, imagínese una al frente suyo –o, si usted es mujer, mire atentamente su reflejo en el espejo-. ¿Estamos?

Empiece por sus ojos. Esas dos esferas son herederas de Lilith, la primera mujer que Dios creó del polvo junto a Adán; aquella pelirroja rebelde, libre e independiente que se escapó del Paraíso y se fue al Mar Rojo a explorar su sexualidad, su fuerza y su coraje. Entonces, clave su mirada en esos ojos y deténgase a contemplar la fortaleza y la insurrección en su estado más puro. Admire su poder y reconozca el fuego que arde en ellos.

La tenacidad no contradice la dulzura, así como la lucha y la insubordinación no niegan la compasión y la delicadeza. Ni mucho menos al revés. Lo dicen sus labios y las líneas de expresión que los rodean por tantas sonrisas desprendidas. Porque en la ranura de su boca también se asoma Eva, su amor eterno, su compañía, su ternura, su curiosidad y su instinto.

Eva y Lilith solo tomaron caminos distintos y manifestaron su feminidad de formas diferentes. Desde el principio de los tiempos nos enseñaron que de eso se trata ser mujer: de empoderar y amar las mil y una posibilidades que hay para serlo. Así que deje de clasificarla –o clasificarse- y entienda que se puede ser feminista y femenina, rebelde sin causa y generosa sin medida, independiente y algunos días insegura, firme y también enamorada.

Siga por el pecho y compruébelo usted mismo: es verdad también que la mujer viene de Venus, ese planeta que se dibuja en sus pezones, que habita cerca del corazón y que es rodeado por el polvo de estrellas en forma de lunares. En sus senos se manifiesta Afrodita, por eso estos círculos mágicos y poderosos de todas las formas y tamaños conquistan y bailan con el mundo. Aprécielos, conózcalos y respételos.

Finalmente, dirija su mirada algo más abajo de su ombligo. Honre ese epicentro en el que habita la Madre Tierra, que es capaz de dar vida y sentir placer. Ese lugar que todavía sigue el ritmo de los ciclos lunares, que genera huracanes de emociones y que planta sus raíces en la mitad del mundo.

¿De dónde carajos salió, entonces? La mujer es mítica, es asombrosa, es inteligible. Por eso miles de mitos han acompañado su creación y un poco de todos moldean la constelación de su existencia. Así que, cuando tenga una pregunta sobre una mujer, no vaya a donde su amigo en el bar ni mucho menos a Yahoo Respuestas. Mírela –y mírese usted misma, ¡mujer!-. Detalle sus ojos y sus labios. Descubra las respuestas en el movimiento de sus manos y en su caminar. Conmemórela y celébrela –¡también le hablo a usted, mujer!- hoy y todos los días. Luche también por sus derechos y por su empoderamiento para que su fuego, su dulzura y su palabra tengan espacios para mantenerse encendidos por siempre.


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