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Manadas al descubierto



¡Comprobado! Como los animales, las mujeres también andan en manada. Pegadas, arrejuntadas y de gancho: las féminas caminan por la vida sin separarse. El reciente estudio de Lolas científicas confirmó que este fenómeno responde a la necesidad ancestral del chisme, al instinto de presumir el último bizcocho apareado, al natural amparo entre hembras durante aquellos días de calor en los que no hay macho alfa para montar y a la importancia de proteger su territorio de bizcochos indeseados y depredadoras bandidas.


Una observación exhaustiva y persistente del comportamiento femenino arrojó un dato innegable: los baños son el lugar de encuentro para un ritual hasta ahora ignorado. El bellus tanático, más conocido como ‘el acicale de la muerte’, consiste en una reunión entre dos o más hembras frente al espejo o, en su defecto, sentadas en retretes individuales. Esta especie de congregación asegura el aislamiento absoluto de los sementales, pues solo de esta manera las féminas sienten la soltura necesaria para llevar a cabo tan solemne ceremonia.


Le advertimos a la comunidad científica que las ganas de hacer chichí son solo una excusa para tan macabro encuentro, en el que se raja hasta de lo inrajable mientras las fieras en cuestión se retocan el labial. Como los primates, esta es una de las principales actividades sociales, sin embargo, el peligro recae en que el drama se hace enorme cuando se comparte con las amigas, por lo cual los baños terminan siendo unos dilatadores de las odiseas femeninas, quienes salen de allí más feroces y agraciadas. ¡Semejante amenaza para los bizcochos! La hora del encuentro es indefinida, pero no hay un día en la semana en el que falte. Esto ratifica otra teoría que ha sido detallada desde tiempos remotos: a las mujeres les gusta lo grande. A diario.


Las féminas, así como la mayoría de especies de aves, mamíferos, peces e insectos, forman unos nidos llamados Leks, lugares designados especialmente para observar cuáles son los machos mejor dotados y después copular. Esta clase de comportamiento del reino animal se manifiesta humanamente en lugares cerrados, sudorosos y repletos de luces en las que las solteras en calor salen a bailar. Sus movimientos, exhibidos en un círculo, buscan ostentar sus atributos provocadores –unas lolas seductoras y hormonales nunca fallan – para ser observadas y halagadas por los varones que andan de caza. Esta aglomeración estratégica, además, aleja a toda depredadora que pretenda meterse en el cortejo. Gracias a la manada, las hembras cuidan unas a otras a su conquiste de la noche.


Los estudios demuestran que estas féminas hambrientas y fogosas sucumben ante determinados estímulos, como los bizcochos que huelen rico, que saben bailar salsa y llevar una conversación. Los Leks terminan cuando las féminas acechan y finalmente eligen a su presa. La manada se separa por unas horas de apareamiento intenso, rico y potente, pero regresa al día siguiente en un encuentro con helado y vino para compartir detalles explícitos, gráficos y húmedos de semejante cardio nocturno. Las Lolas científicas llegamos a una segunda conclusión: las manadas dan apoyo moral para comer como cerdas y follar como conejas.


Además de ofrecer este tipo de respaldos, los rebaños femeninos han evolucionado y se han adaptado exitosamente a las demandas tecnológicas del siglo XXI. Las redes sociales y los fenómenos web han engendrado una nueva plataforma 2.0: la manada digital. Las hembras pueden llevar a todas partes a sus aliadas a través de grupos de Whatsapp y Facebook con nombres de todos los tipos, en los cuales, según nuestra ardua investigación –nos tomamos el tiempo de husmear en los dispositivos de un número significativo de féminas-, se pueden encontrar fotos de exbizcochos con sus nuevas hembras, imágenes con frases de autoayuda para los dramas comunitarios, pantallazos del Instagram de depredadoras maleantes, y, en promedio, 135 fotos de diferentes pintas antes de salir al acecho.


El sentirse acompañada hace que la hembra se encuentre abrigada, custodiada, segura. Las manadas femeninas han sido esenciales en la conservación del género, pues desde sus inicios han sido sinónimo de protección, soporte, maldad, intuición, perversión, locura y amor. Las Lolas científicas concluimos que las féminas andan en manada para estar juntas en eso de ser mujer.


Lola Voladora

--Este escrito fue realizado para www.lolas.com.co.

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